Ponencia - IV Congreso
Regional de la Sociedad Interamericana de Psicología
Santa Cruz de la
Sierra – Bolivia 20,21, 22 y 23 de Junio 2012
Mesa temática
Cuestiones Éticas en la práctica
profesional
La responsabilidad ética y
profesional
en el abordaje de la complejidad
humana en la consulta clínica
*Paula Benedict de Bellot
Las siguientes reflexiones derivan de la situación actual de la práctica
en psicología en el departamento de Santa Cruz, ya que en los últimos diez años
el incremento en la matricula y de los egresados de la carrera de psicología de
las diferentes universidades se ha incrementado notablemente, y si bien en el transcurso
de la formación de éstos jóvenes profesionales consta una materia sobre ética
profesional, las instancias de regulación del ejercicio profesional no dan
cobertura a todos los psicólogos en ejercicio, debido a que la colegiatura o
asociación a los entes gremiales no es obligatoria en el país, por tanto una
mayoría de la población de psicólogos esta desmarcada de la vida institucional
y desconoce de la existencia de las instancias de guía o apelación en asuntos
de la ética profesional en nuestro departamento tanto como a nivel nacional
Sobre la competencia profesional y condiciones
personales previas a la atención de pacientes o prestación de servicios de
consulta psicológica
El consultante o paciente recurre a la consulta psicológica ante el
imperativo de un estado de malestar psicológico que le conduce a buscar una
salida asistida para su problemática particular. En ese entendido el
profesional psicólogo se convierte en el depositario de las angustias y
expectativas de cura de una persona real inmersa en una dimensión histórica
particular. Ésta persona al momento de recurrir a consulta siente una necesidad casi urgente de
lograr un estado de mayor equilibrio personal. A pesar de las resistencias
defensivas que suelen activarse en el paciente, éste se encontrará frente su
contraparte, el terapeuta, en una situación de cierta fragilidad; lo cual
obliga al profesional, asumir, incluso antes que un criterio técnico
psicológico, una postura ética frente a la condición humana de la persona que
tiene frente a sí, ya que ésta se encuentra en un estado de necesidad que
demanda al psicólogo una atención que debe garantizar la solvencia ética y de
conocimiento suficiente por parte del profesional, para realmente poder aportar
al logro de un estado de mayor bienestar del paciente.
La condición
ética del psicólogo no puede ser solamente un enunciado teórico o académico
aprendido en el aula universitaria, o ser fruto del mero cumplimiento de las
reglamentaciones formales de los códigos de ética profesional, sino que debe
partir en primera instancia de un profundo convencimiento sobre la vocación de
servicio de una profesión como la psicología, así como de una práctica ética
personal, consistente y permanente, no sólo en el rol de profesional, sino de
forma integral como persona frente a su prójimo y a su comunidad.
Los principios éticos de: Dignidad Humana, Beneficencia, Autonomía y
Justicia, sobre los que realizan las presentes
consideraciones y que conceptualmente son comunes a muchos códigos de ética de
la psicología; tienen en sí mismas una larga génesis y evolución tanto
psicológica, social y cognitiva para cada sujeto. Por tanto al momento
proponerse la práctica ética de la profesión, será fundamental reflexionar
sobre el propio proceso de construcción
de la conciencia ética y evaluar el estado de desarrollo de la misma, esto
previo a comprometerse en el ejercicio profesional como psicólogos. Para tal
fin resulta de enorme valía contrastar las propias ideas o supuestos éticos con
otros profesionales del área que sean de reconocida trayectoria ética y
profesional.
Poder recurrir a mentores o terapeutas de
psicólogos, resulta una figura ampliamente difundida en las diferentes escuelas
psicológicas y debía considerarse como una práctica común y condición; que
psicólogos noveles, otros con práctica no muy prolongada o que están
atravesando por algún periodo crítico en su propia vida, decidan por
responsabilidad recurrir a la consulta de colegas con amplia experiencia para
contar con su asesoramiento, pues la complejidad del objeto de estudio así lo
demanda.
Para ello es condición dejar de lado la omnipotencia personal, pues hay que ser claros en éste punto y tener el convencimiento que el saber del psicólogo es una tarea siempre inacabada, el estudio y comprensión del fenómeno humano, requerirá siempre, mientras dure el ejercicio de la profesión de un permanente perfeccionamiento, no solo mediante la actualización académica, sino también por medio de la lectura sistemática y autónoma, también el control de casos habitual o cuando fuera necesario, siempre en observancia de las normas de confidencialidad. Aunque esto último puede estar sujeto a la subjetividad de cada profesional en cuanto a considerar o no necesario recurrir a la opinión de otro colega, hay que definir que se trata de una práctica que debe estar incorporada en el trabajo cotidiano de todos los psicólogos y especialmente en el caso del psicólogo clínico.
Para ello es condición dejar de lado la omnipotencia personal, pues hay que ser claros en éste punto y tener el convencimiento que el saber del psicólogo es una tarea siempre inacabada, el estudio y comprensión del fenómeno humano, requerirá siempre, mientras dure el ejercicio de la profesión de un permanente perfeccionamiento, no solo mediante la actualización académica, sino también por medio de la lectura sistemática y autónoma, también el control de casos habitual o cuando fuera necesario, siempre en observancia de las normas de confidencialidad. Aunque esto último puede estar sujeto a la subjetividad de cada profesional en cuanto a considerar o no necesario recurrir a la opinión de otro colega, hay que definir que se trata de una práctica que debe estar incorporada en el trabajo cotidiano de todos los psicólogos y especialmente en el caso del psicólogo clínico.
Es común que las faltas a la ética profesional deriven del escaso
conocimiento y defectuosa aplicación de los principios y normas éticas e
incluso de una incorrecta forma de seguir procedimientos para llevar a cabo los
diferentes servicios que se prestan como profesional; como ser: las relaciones
duales, la superposición de funciones institucionales/práctica privada, la
modalidad de cobranza de honorarios, el tipo de contrato con cada consultante,
la competencia desleal, la apropiación de derechos de autor y otros son asuntos
relativos a la forma de establecer convenios de trabajo, estos son de delicada
atención ya que la contravención de normas éticas y procedimentales puede
derivar con cierta facilidad hacia situaciones de mala praxis y las
consecuentes demandas por parte del cliente con todo lo que ello supone.
Otro elemento a considerar y que en muchas veces se soslaya durante la
formación académica y al iniciarse el psicólogo en la práctica profesional, es
que se debe cumplir con un requisito fundamental: haber atravesado
por el propio proceso terapéutico en acompañamiento con un colega experimentado
a fines de posibilitar un adecuado manejo de la transferencia y
contratransferencia cuando le toque la
atención de pacientes. La coherencia y habilidad para poder separar las
proyecciones del paciente de las propias como terapeuta, radica en la elaboración previa de la propia
conflictiva psicológica; de lo contrario dicho manejo puede tener consecuencias
imprevisibles e impedir una intervención profesional adecuada, lo cual
ciertamente va en desmedro del consultante. ¿Cómo
podría un psicólogo que no ha pasado por la experiencia de aprendizaje de haber
sido paciente, atreverse a jugar un rol de omnipotencia terapéutica frente al
consultante?
Otro asunto vital es que no todos los casos pueden ser abordados por
todos los psicólogos, pues la práctica y la formación van definiendo áreas de
especialidad, por ejemplo el tratamiento de personas que adolecen de adicciones
requiere de un abordaje especializado de la clínica, de ninguna forma un
profesional debería tomar éste tipo de casos por cuenta propia sin la
experiencia de respaldo o sin el acompañamiento médico correspondiente. Así
mismo en los grandes cuadros psiquiátricos, la derivación oportuna hacia colegas
especializados y la consideración de tratamientos médicos complementarios es de
rigor para la práctica responsable.
El parámetro ético de la competencia profesional,
supone que el profesional psicólogo ejercite regularmente un grado importante
de esfuerzo intelectual y de iniciativa sostenida
en el tiempo para formarse continuamente, pues no hay que perder de vista que
la herramienta primordial de todo psicólogo es su propia persona. Bajo esa premisa hay que entender que la
intervención ética, intelectual y personal, no puede ser sustituida por la
compra de ninguna herramienta tecnológica o material; el incremento del estado
de bienestar emocional del paciente depende del acierto con el cual el
psicólogo consiga desentrañar la conflictiva de cada sujeto y de cómo sepa
jugar su papel como contraparte significativa para que el consultante vaya
encontrando los caminos alternativos en su vida en pos de un mayor equilibrio
emocional y mental.
La relación terapéutica o prestación de servicios
profesionales
Al iniciarse la vinculación terapéutica o la prestación de servicios, se requiere de parte
del psicólogo, haber cumplido no solo los requisitos académicos de titulación
de la carrera, sino haber considerado las condiciones previas al ejercicio
profesional mencionadas en el acápite anterior.
Durante la primera entrevista el consultante debe entrar en conocimiento
el tipo de terapia que se aplicará para el abordaje de su caso, así
mismo se le informará de un tiempo
mínimo aproximado que se requerirá para que se hagan perceptibles los
primeros indicios de esclarecimiento y mejoramiento en relación a la
problemática de consulta. Es vital que el consultante esté al tanto de que la
duración de un proceso terapéutico clínico se extiende generalmente por varios meses a partir de la primera
consulta y que depende también del tipo
de cuadro que presente el sujeto de terapia.
Así mismo el contrato por los honorarios debe indicarse de antemano
y tomar como referencia mínima los aranceles profesionales fijados por
las organizaciones profesionales reconocidas en el medio, llámese Colegio de
Psicólogos o Asociación de Psicólogos, a nivel nacional o departamental, se
trata de una referencia monetaria necesaria para no menoscabar la profesión
mediante la competencia desleal. La forma de pago y frecuencia de sesiones de
terapia deben acordarse con cada persona y es recomendable el cobro por sesión
o mensualidad, no se realizarán cobros por adelantado por tiempos
prolongados de más de un mes, ya que tanto el consultante como el terapeuta
pueden suspender la relación terapéutica; en el caso del paciente por
desistimiento y en el caso del profesional por derivación del caso o por
suspensión de su servicio. En el último caso se deberá brindar al paciente
información sobre otros profesionales a los que éste pueda recurrir para
que pueda continuar su terapia.
Se establece una diferencia con los procesos de diagnóstico los
cuales suelen tomar un tiempo limitado entre tres a seis semanas para
entregarse un informe, dependiendo de la batería diagnóstica que se utilice y
de la frecuencia de visitas semanales que se pacten para ese fin. En caso de que el consultante le solicite
un informe el profesional está en la obligación de emitirlo en
un plazo determinado y acordado, aunque el proceso de terapia no sea continuado
con el mismo profesional.
Una vez establecido el acuerdo terapéutico, el cumplimiento del mismo es
vital para poder obtener la mejoría emocional buscada o la resolución de la
conflictiva. El terapeuta advertirá al paciente que la suspensión del
trabajo terapéutico implica el detenimiento en la resolución de la
problemática de consulta. Aún así el paciente tomará libremente la decisión
de continuar o no con la terapia.
El enfoque
terapéutico de cada profesional, es una cuestión de formación académica y de
elección teórico práctica que efectúa cada psicólogo, luego de haber estudiado
y analizado las principales y diferentes corrientes teóricas de la psicología.
Es fundamental que todo el proceso de tratamiento del paciente sea coherente
con dicha configuración y que la intervención ofrecida se enmarque dentro del
cuerpo teórico y científico de la psicología sin generar confusiones con
enfoques o intervenciones o con terapias
alternativas que no forman parte del campo de las ciencias psicológicas. Lo
fundamental es que la intervención a ser realizada se enmarque en un abordaje
psicológico de reconocida conformación teórico práctica (científica) y que provea al consultante de herramientas que
le permitan mejorar su estado emocional, de bienestar, su enfoque hacia la realidad
y que le ayuden a incrementar sus competencias de autonomía y equilibrio
personal en los distintos ámbitos de su vida.
Sobre la Confidencialidad
El tratamiento confidencial de la problemática de cada persona, debe
resguardarse siempre. Si hubiera necesidad de comunicar algunos asuntos a
familiares o a profesionales que estén trabajando en el equipo para la atención
del paciente se debe contar con el consentimiento expreso del interesado
incluso en casos de menores de edad, en la medida que estén en uso de la razón.
Los diversos manuales y tratados de ética del psicólogo nos brindan una
serie de pautas prácticamente
universales que habrán de tenerse presentes al momento de tomar decisiones
sobre comunicar tópicos relativos al caso, en ambientes de consulta privada,
institucional o legal. El principio básico es el de preservar la vida y la
integridad del sujeto, así como evitar daños a terceros.
La confidencialidad es la base de la confianza y de
la vinculación terapéutica, pues en
muchos casos existen asuntos tratados en consulta que el sujeto no ha
comunicado a ninguna otra persona que no
sea el terapeuta. El develamiento de tales contenidos de por sí es altamente
complejo y angustiante para el consultante y suelen ser expuestos luego de
cierto tiempo de trabajo en la consulta; cuando ello ocurre el grado de
confianza alcanzado en el psicólogo es considerable y por ningún motivo salvo
las excepciones que la ética franquea, nunca debe ser traicionado.
El ejercicio
de la confidencialidad favorece construcción de la relación terapéutica y es
parte del perfil profesional del psicólogo, se constituye en un baluarte de la
profesión, prácticamente es una de las condiciones que más toma en cuenta y que
espera el consultante cuando recurre a un psicólogo.
Aunque las comunicaciones del paciente no fueran altamente comprometedoras a los ojos de otras personas, igualmente requieren del mismo tratamiento confidencial, ya que en su conjunto hacen a la intima conflictiva que cada persona guarda celosamente para sí misma.
Aunque las comunicaciones del paciente no fueran altamente comprometedoras a los ojos de otras personas, igualmente requieren del mismo tratamiento confidencial, ya que en su conjunto hacen a la intima conflictiva que cada persona guarda celosamente para sí misma.
Las emociones asociadas a los contenidos del pensamiento o del discurso
del consultante son de alto impacto en la percepción de sí mismo; el trabajo de
elaboración de los aspectos o circunstancias que el paciente considera
dificultosas y que le proveen fuente de temor, culpa, vergüenza, intensa
tristeza o ira, suelen generar inseguridad, insatisfacción consigo mismo,
problemas en las relaciones interpersonales e imposibilidades para confrontar
adecuadamente la realidad, por tanto en la terapia siempre se implican
instancias de intima reflexión y en esa medida requieren, sin importar la
envergadura de la problemática de una consideración privada y confidencial como
marco de la profunda reflexión que se encara en una terapia.
Durante el proceso terapéutico
Durante el desenvolvimiento del acontecer terapéutico la competencia
profesional y la observancia de la confidencialidad se amalgaman y constituyen la base del
trabajo con el paciente o consultante. El fenómeno psicológico que se transmuta
en palabras, habrá de alcanzar paulatinamente un grado de profundidad en el
discurso, así como de compromiso de parte de la persona que consulta como de
parte del psicólogo.
La persona
sujeto de la terapia tendrá acceso a los contenidos más recónditos de sus
experiencias emocionales y vitales, en la medida que pueda confiar en el
terapeuta. Esa confianza habrá de
construirse gracias a la coherencia teórica práctica y ética del psicólogo,
mediante la cual inevitablemente expondrá su competencia como profesional. El paciente en un tiempo razonable consigue descifrar
más allá de su comprensión sobre la técnica del terapeuta, la competencia de
quién le atiende; pues paso a paso los señalamientos que le son provistos se
convertirán en puntos de apoyo para realizar cambios en su vida emocional y
relacional; en ese contexto la competencia profesional es puesta a prueba. Si
bien es el sujeto en persona el que ejecuta cambios concretos en su vida
relacional, son los esclarecimientos viabilizados por el psicólogo los que
alumbran el entendimiento del consultante; de ahí derivará la identificación
que el paciente hace de las competencias de su consultor; caso contrario se
hará evidente la incompetencia.
En éste punto el principio de
Autonomía es un referente para el terapeuta, a la vez que para el
consultante. Durante el proceso se debe garantizar, que con plena libertad el
sujeto analizado pueda tomar decisiones personalísimas al momento de
instrumentalizar las reflexiones surgidas durante las sesiones de trabajo con
el consultor psicológico. A su vez el
esclarecimiento progresivo en el que se sumerge el consultante permitirá que
sus procesos cognitivos adquieran mayor precisión lógica en su ajuste a la
realidad, así como en su discernimiento sobre lo que le conviene realizar.
Igualmente el consultante debe tener el recurso de poder concluir con la
relación terapéutica si lo viera conveniente o si a su criterio ha logrado en
alguna medida los objetivos de su tratamiento.
En éste entendido el principio de Responsabilidad direccionará la
intervención psicológica, constantemente por el camino del perfeccionamiento
sostenido, más allá del campo de conocimiento de la psicología, pues la exploración de disciplinas afines como la
filosofía, la antropología, la sociología o las ciencias médicas se convierte
en una actitud y a la vez en una competencia profesional indispensable para
considerarse como un profesional dentro de las ciencias humanas.
La formación integral del profesional psicólogo permitirá sostener el
prestigio de dicho ejercicio, así como
asegurar la efectividad de las intervenciones; de los contrario se corre el
riesgo de vulgarizar la profesión y llevarla al rango de un mero ejercicio
técnico de algunos saberes de la psicología o a caer en la práctica de la
simple consejería de buena fe.
Al hacer hincapié en la observancia de la conducta responsable por parte
del psicólogo, estamos analizando y considerando, que la sociedad moderna se ha encargado de
vulnerar sostenidamente el ejercicio de muchos de los principios éticos
universales. Los individuos se ven expuestos cotidianamente a situaciones
carentes de principios y normas éticas,
lo cual bajo el influjo de la cotidianeidad, se va vivenciando como “normal” por el
ciudadano común. Es así que el desarrollo moral y ético de las personas
encuentran barreras sociales y actitudinales dentro del entorno próximo que
impiden de alguna forma el arribo a una gestión autónoma y reflexiva de la
práctica ética individual.
En ésta lógica la responsabilidad del psicólogo va
más allá de la que se aplica en la relación de consulta, pues el ejercicio
ético dentro de ésta profesión configura un reducto en donde se protegen, por
así decirlo, las conceptualizaciones y prácticas de los principios y valores
universales. El propio objeto de estudio demanda que esto sea así, la concepción filosófica que soporta la
estructura ética, es ante todo un basamento sobre el que se apoyan las técnicas
y las intervenciones del psicólogo. Por tanto el ser psicólogo decanta en la
responsabilidad de convertirse en un referente y a la vez en un guardián de la
ética común, no es menos lo que espera el sujeto en consulta.
“La utopía
es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor”
Anatole France
*Miembro del Tribunal de Honor del Colegio de
Psicólogos de Santa Cruz, Past Presidenta del CPSSC